jueves, 14 de julio de 2016

OPOSICIONES PARA EMPOLLONES

Bien es sabido que la crisis ha producido recortes y que estos han afectado especialmente al mundo educativo. No soy un ingenuo y creo que se podrían haber hecho las cosas de otro modo, pero no voy a discutir en este momento, se hizo así y así lo hemos tenido que sufrir.

Llevo ya más de 12 años como autónomo en el mundo de la enseñanza y, evidentemente, he sido uno de los perjudicados por los recortes. Si me dedico a formar y asesorar a centros que reciben fondos públicos, y a estos apenas les llega para pagar las nóminas, es lógico que prescindan de gastos que entienden “menos necesarios”, por tanto es más difícil lograr prestar servicios remunerados. Si a eso le añadimos que gasté todo mi esfuerzo (y mucho dinero) en un proyecto muy ilusionante, pero que no ha logrado obtener fondos para su pervivencia, está claro que lo tengo crudo.

Por esa razón el curso pasado tuve que virar el rumbo de mi barco profesional y buscar trabajos docentes por otros derroteros: cursos de formación para el empleo, clases en el mundo universitario, pequeños asesoramientos puntuales, etc. Algunos de los cuales han sido maravillosos y, aunque no me han aportado, ni mucho menos, los ingresos que obtenía antes de la crisis, me han dado muchas más satisfacciones. Me refiero especialmente al curso para procurar mejorar las perspectivas profesionales de un grupo de chicos y chicas con Síndrome de Down.

Entre otras opciones barajé la posibilidad de presentarme a una convocatoria de oposiciones al Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria, en la especialidad Orientación Educativa. Como en la Comunidad Autónoma Vasca (donde resido) no puedes presentarte a ninguna oposición si no dominas el euskera, tuve que hacerlo en una Comunidad vecina (Cantabria).

Bien es cierto que no me preparé la oposición, confiando en los años de estudio y aprendizaje a través de la formación que imparto, además la preparación de las clases universitarias me ponía en una buena posición, así que sabía que, por lo menos, no iba a hacer el ridículo. Así fue, realicé la primera prueba de conocimientos específicos escribiendo a lo largo de las dos horas, utilizando una estructura claramente apropiada según el título del tema, con corrección ortográfica y aportando el conocimiento científico sobre la materia. Rocé el aprobado (4,8). Reconozco que se nota que no fue Piaget quien habría realizado ese escrito, pero la calificación creo que fue claramente insuficiente de acuerdo a los criterios de valoración establecidos por el propio tribunal. La acepto y sé que había muchísimas personas que se lo habían empollado a lo largo de años (hacía seis años que no se convocaba esta oposición).

En la siguiente prueba, en el caso práctico, mostré con un ejemplo real una forma de solucionar conflictos de convivencia en el aula, a través de un cuestionario innovador confeccionado por mi (entre otros) y que he aplicado en la realidad y con éxito en más de 20 aulas de 4º a 6º de Educación Primaria, y sobre el que he impartido formación a 326 profesores de 104 centros educativos de toda España (por cierto, pagando su asistencia el profesorado). Pues bien, salirse de los Decretos, Órdenes y demás normativa y apostar por una experiencia real y de éxito, mereció un clarísimo suspenso por parte del Tribunal.


Está claro que lo de las oposiciones es para empollones, para quienes se estudian con detalle cada norma estatal y autonómica y la recitan de memoria incluyendo su número, fecha y título. Innovar, apostar por fórmulas de orientación más personalizadas y más prácticas, sin tanta rocambolesca literatura jurídica, eso está condenado al fracaso. En fin, así conseguimos buenos empollones que aprueban las oposiciones y dejan de estudiar el resto de su vida profesional. Esos mismos son lo que luego califican tu oposición en función de parámetros oficiales, porque jamás se han decidido a innovar, se limitan a “cumplir” escrupulosamente sus funciones y a vivir. Hombre, no todos, siempre hay excepciones, incluso conozco algunas.

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