viernes, 27 de junio de 2014

La función social de la educación hacia la propia sociedad.

Ya vimos que una de las funciones sociales de la educación es el propio desarrollo como personas en su integridad y bajo la responsabilidad de los padres. No obstante los sociólogos de la educación han escrito mucho más sobre las funciones sociales de la educación mirando a la propia sociedad, y aunque prefiero la primera mirada, sería absurdo quedarnos sólo con uno u otro modo de entender la sociedad y la educación, evidentemente ambas tienen aspectos positivos y también debemos resaltar los aspectos positivos de la otra manera de contemplarlos.

Es innegable que la educación, como institución social, también tiene funciones sociales y estas son las destacadas por los sociólogos de la educación, iremos incorporando algunos textos significativos:
  • Asegurar la continuidad social.- “Nuestra sociedad considera, por ejemplo, que todo el mundo debe saber leer y escribir y ser capaz de adaptarse a normas de convivencia tales como no agredir a los demás o esperar su turno en una cola pero también que los militares deben ser disciplinados, los artistas creativos, los cuadros empresariales emprendedores, los artesanos meticulosos, los pobres resignados, los estudiantes aplicados, los aristócratas elegantes, etc. Por consiguiente, la socialización de cada persona presenta elementos comunes a la de los demás junto con elementos específicos relacionado con su lugar en la sociedad, presente o previsto.” Fernández Enguita, M. (1997). La escuela a examen. Madrid: Pirámide.
  • Promover el cambio social.- Algunos autores contradicen esta función de la escuela con el inmovilismo del sistema escolar. Que duda cabe que en la medida que formamos ciudadanos libres y responsables, éstos pueden posteriormente incidir en los cambios sociales. Tal vez esta función es más propia de la educación como desarrollo de la persona.
  • Adaptar a los individuos al grupo.- “La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exigen de él tanto la sociedad política en su conjunto como el medio ambiente específico al que está especialmente destinado”. Durkheim, E. (1975). Educación y sociedad, Barcelona: Península.
  • Ejercer un control social.- “El desarrollo de la escuela ha ido históricamente muy ligado a los procesos de construcción de los estados y las naciones modernas, ha servido por encima de todo como un instrumento de homogeneización de identidad, lingüística, cultural e ideológica, y esto se ha hecho gracias a un estricto control público del sistema educativo. El Estado controlador controla los planes de estudio: cuantas horas de Formación del Espíritu Nacional antes y cuántas horas de Catalán y Castellano o de Ética ahora”. Cardús, S. (2000). El desconcert de l'educació. Barcelona: La Campana.

  • Servir a los fines políticos.- “La manifestación más evidente de la formación de sujetos de la esfera política es la inlculcación directa de ideas respecto de ésta y del conjunto social. Cada régimen político, cualquiera que sea su naturaleza, se apresura a servirse de la escuela para lograr consenso alrededor propio. Las naciones han tenido en las aulas un instrumento privilegiado para crear o reforzar su identidad como tales, y de ahí que los nuevos Estados aborden de inmediato reformas escolares y que en los Estados plurinacionales la educación sea objeto de una pugna sin fin entre las nacionalidades que los integran y el poder central, o que en las colonias haya ocurrido lo mismo con mayor intensidad. Cuando una forma de Estado sustituye a otra no tardan en llegar los cambios en los programas escolares, tanto en la parte de los mismos dedicada explícitamente a la formación política como en las que lo están implícitamente”. Fernández Enguita, M. (1997). La escuela a examen. Madrid: Pirámide.

  • Realizar una selección social.- “Norbert era brillante, nadie lo negaba. Cuando tenía once años entró al Tufts College de Medford, Massachussetts. Tres años más tarde tenía su diploma y entraba a Harvard con catorce años para preparar su doctorado. Pero lo que su precoz formación le había dado en aptitudes intelectuales, le supuso estigmas emocionales a causa del brutal régimen impuesto por su padre. Norbert sabía como resolver integrales y sabía convertir una matriz, pero conocía bien poco de los sentimientos humanos, tanto propios como ajenos. Era, al mismo tiempo, un atleta mental y un desequilibrado emocional, lleno de dolorosos recuerdos y rencores que atormentarían su vida. En su autobiografía, advierte a todos aquellos padres que se obstinan en hacer de sus hijos unos 'Wunderkinder': "Todo aquel que decida modelar un alma humana a su propia medida que se asegure de tener una imagen digna de ser reproducida, y que sepa que el poder de modelar un intelecto es un poder de muerte tanto como un poder de vida”. Ritchie, D. (1985), Le cerveau binaire. París, Laffont.
  • Disminuir las diferencias sociales.- “La escuela es una institución que gestiona colectivos más que individuos, y los alumnos aprenden en ella a comportarse como miembros de aquéllos porque así es como la sociedad espera de ellos que se comporten el día de mañana. Esto no debe entenderse en el sentido de que la escuela estimule la actividad colectiva espontánea o autoorganizada, pues lo que hace es justamente lo contrario. Aceptar ser tratado como miembro de un colectivo o agregado, o ser subsumido dentro de una categoría universalista, significa, por ejemplo, asumir que se tiene que pagar el mismo dinero por viajar en el autobús si se ese rico que si se es pobre, que robar es robar lo mismo si es por hambre o por ambición, etc.” Fernández Enguita, M. (1997). La escuela a examen. Madrid: Pirámide.
  • Promover el desarrollo material de la sociedad.- Aunque cada vez está más en entredicho, parece que es una unión inevitable un mayor desarrollo económico con un gran nivel educativo y cultural de la sociedad.
Otras funciones de la escuela que podríamos destacar son:
  • Guardia y custodia de los más jóvenes.
  • Cohesión social y construcción de identidades nacionales.
  • Formación (capacitación) para el trabajo y distribución de las posiciones sociales.
Evidentemente quienes apostamos por la educación como desarrollo personal del individuo, creemos en la libertad de cada individuo que puede conducir, tanto a su integración social, como a una apuesta por modificar los aspectos sociales para procurar el Bien Común de toda la sociedad.


Todas estas formas de entender las funciones sociales de la educación, o de hacerlas realidad en muchos de los casos, son consecuencia de los postulados planteados por los sociólogos de la educación que surgen a partir del siglo XIX y cuyas ideas veremos en la próxima entrega.

viernes, 20 de junio de 2014

La función social de la educación hacia los individuos

La mayoría de los estudios sociológicos actuales (que prácticamente son todos puesto que la sociología nace tras la Revolución Francesa), optan por denigrar las fórmulas de organización social del pasado y apostar por las derivadas de las declaraciones revolucionarias liberales o socialistas. Esto implica una visión casi unánime de que la responsabilidad de la educación de los individuos es del Estado y que las funciones que la educación debe tener son las de reproducir la organización social que exista en cada momento fruto de la decisión libre de sus ciudadanos. De ahí que haya pocos sociólogos de la educación que incorporen en sus manuales una función social de la educación centrada en el individuo y prácticamente todos tiendan a enumerar funciones sociales focalizadas hacia la propia sociedad.

Como ya dije en mi anterior publicación, apuesto por la idea de la educación centrada en la conducción de la persona a su pleno desarrollo como ser humano, y esta conducción es responsabilidad de sus progenitores, aunque estos deleguen en la propia sociedad algunos aspectos de la misma. En la medida que se conformen como personas humanas correctamente desarrolladas, mejor participación social podrán tener, incluso mejor interpretación de la propia sociedad podrán realizar, hasta el punto de estar capacitados para influir en los cambios sociales que perciban como necesarios para el “bien común” de los ciudadanos. En este sentido, algunas de las funciones de la educación hacia los individuos serán:

  • Individuos sanos-Desarrollo corporal.- La primera consecuencia de la educación es un correcto desarrollo personal del individuo y esto, especialmente en los primeros años, es una responsabilidad casi exclusiva de los padres: alimentarlos correctamente, enseñarles a ver las cosas, a tocar los objetos, a oler los alimentos, a gustarlos, enseñarles a caminar, hablar, escuchar, correr, vestirse, sonreír, alegrarse, enfadarse, dormir, despertarse, etc., todas aquellas acciones propiamente corporales y relativas al correcto desarrollo de sus sentidos y de sus emociones. Algunas tareas, especialmente en la situación actual de las familias que trabajan ambos progenitores, serán delegadas bajo una estricta supervisión a algunas instituciones sociales (Escuelas Infantiles).

  • Individuos reflexivos-Desarrollo de la inteligencia.- Lo propio del hombre es su capacidad de pensar, en este sentido la educación debe propiciar los elementos esenciales para desarrollar plenamente el pensamiento, como son la palabra, la idea, los conceptos, las relaciones entre ellos y su manejo en diferentes contextos: lectura, escritura, habla, contar, calcular, razonar los hechos, memorizar, imaginar, representar con símbolos, etc., todas aquellas acciones encaminadas a mejorar su potencial intelectual. Muchas de estas tareas los padres las podrán delegar en las instituciones especializadas (escuelas, institutos, universidades).

  • Individuos libres-Desarrollo de la voluntad.- Otro aspecto exclusivamente humano es la voluntad, con ella se desarrolla la capacidad de amar, la capacidad de elegir los medios que nos llevarán a nuestro fin último como seres humanos que es la felicidad, etc. La educación de la voluntad es la que nos hará ejercer la libertad como ciudadanos, y según cómo entiendan los progenitores qué es el amor, cómo se concreta la felicidad, etc., enfocarán esta educación de uno u otro modo. En general habrá que desarrollar el apego, los afectos, los sentimientos, controlar los gustos, controlar los instintos, aprender a decir que no, etc. Por supuesto que esta educación es exclusivamente responsabilidad de los progenitores y éstos tendrán que elegir entre las instituciones sociales que eduquen en consonancia con la visión del amor y la felicidad que tengan ellos.

  • Individuos justos-Desarrollo moral.- Es la capacidad de discernir entre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo. Según dónde se haya puesto el foco y cómo se haya educado la voluntad, la persona estará más o menos capacitada para optar por lo que considera justo y bueno y desechar lo que considera injusto y malo. A partir de ahí se procurará desarrollar en la persona los valores o virtudes que le encaminen hacia lo justo y bueno que le otorgará la felicidad: fe, esperanza, amor, prudencia, justicia, fortaleza, templanza y todos sus valores derivados: puntualidad, laboriosidad, generosidad, sinceridad, sobriedad, desprendimiento, orden, etc. Esta tarea es, por supuesto, responsabilidad de los progenitores y procurarán que las instituciones educativas en las que se encuentren sus hijos, estén en consonancia con ellas.


A estos aspectos me refiero cuando digo que el Estado no puede arrogarse la función de educar a los ciudadanos, porque la educación como persona es exclusiva de sus progenitores (o padres legales), y éstos decidirán libremente a quienes encomiendan parcialmente esa tarea cuando ellos no pueden ejercerla directamente.

jueves, 12 de junio de 2014

EDUCACIÓN Y SOCIEDAD

Como ya hice mención en entradas anteriores, la palabra (“logos” de Aristóteles) es lo peculiar del ser humano y le sirve para dilucidar lo justo de lo injusto, que será algo esencial en la constitución de la propia sociedad. También vimos que la incipiente educación de los seres humanos proviene de la transmisión de los aprendizajes entre quienes han aprendido las cosas útiles de la vida y quienes deberán aprenderlas, entre otras cosas para poder satisfacer sus necesidades vitales y para ser miembros de esa sociedad que debe proporcionar el “bien vivir” de sus ciudadanos.

Tanto en la Edad Antigua, como en La Edad Media y en la Edad Moderna, existieron instituciones para la transmisión de la cultura y de las letras, pero no existió una institución propiamente “educativa” de los niños y adolescentes, esa era tarea propia de la familia o, en el caso de quienes pudieran pagarlo, de personas “educadas” contratadas para tal fin. Por otro lado, sólo los “elegidos” (Emperadores, Reyes, Cortesanos, Aristócratas) son quienes deciden cómo debe organizarse la sociedad, y entre sus preferencias no estaba la educación de niños y adolescentes.

Es a partir de la Revolución Francesa cuando se da un giro al pensamiento político y social anterior, de forma que se plantea que cada ciudadano tenga la posibilidad de participar en las decisiones que establecen el orden social, por ello creen en la necesidad de “ilustrar” a los ciudadanos para que éstos puedan ejercitar verdaderamente y con criterio su participación social. Y entonces sí, apuestan por la “universalidad de la educación”, es decir que ya no sean solo unos pocos quienes aprendan a leer, escribir y los conocimientos básicos, sino que lo sean todos los niños y adolescentes.

Es muy ilustrativo lo que dice Condorcet en 1792 en un Informe y proyecto de decreto sobre la organización general de la instrucción pública: "Ofrecer a todos los individuos de la especie humana los medios de proveer a sus necesidades, de asegurar su bienestar, de conocer y ejercer sus derechos, de entender y cumplir sus deberes; asegurar a cada uno de ellos la facilidad de perfeccionar su industria, de capacitarse para las funciones sociales a las cuales tiene derecho a ser llamado, de desarrollar en toda su extensión los talentos que ha recibido de la naturaleza, y de este modo establecer entre los ciudadanos una igualdad de hecho, y hacer real la igualdad política reconocida por la ley: tal debe ser el primer objetivo de una instrucción nacional y, desde este punto de vista, constituye para el poder público un deber de justicia”.

Desde entonces serán numerosos los estudiosos de la Sociología quienes aporten sus planteamientos en torno a la sociedad y a la educación, y en concreto diferencien las funciones sociales de las instituciones educativas. Según opten por una u otra visión de la construcción de la sociedad, entenderán la educación de uno u otro modo.

Por mi parte prefiero seguir a Aristóteles y a quienes vieron en él al gran filósofo. De esta forma entiendo la sociedad como la organización de personas que conviven en aldeas (poblaciones, barrios, edificios) conformadas por familias, y que procuran el “bien vivir” (Aristóteles) o el “bien común” (Tomás de Aquino). Y entiendo la educación como la definió Tomás de Aquino: “conducción y promoción de la prole al estado perfecto del hombre, en cuanto hombre, que es el estado de virtud”. De este modo entiendo que la responsabilidad primera de la educación es de quienes han engendrado a la “prole”, es decir de sus padres, y en segunda instancia, serán los padres quienes organizados en sociedad establezcan otros modos de “educar” a su prole, a través de las instituciones correspondientes.

Por contra, quienes apuestan por filosofías cartesianas (Descartes) y las sociologías derivadas de ellas y construidas tras la Revolución Francesa, cambian radicalmente el concepto de sociedad como un conjunto de ciudadanos individuales, y cuya organización corresponde a la voluntad de todos ellos expresada libremente. Estos optan por una definición de educación como “instrucción e ilustración” de los ciudadanos individuales por parte del Estado, que es quien garantiza su derecho a ser miembros libres y responsables de la sociedad. Por lo tanto, para ellos la educación es responsabilidad de la Sociedad (del Estado) y no de la familia. Y esta tesis es la que salió victoriosa y se implantó en todo Occidente.


En mi modesta opinión y simplificando mucho, esto trajo consigo dos cosas: una positiva (la universalización de la instrucción en las primeras letras y saberes a los niños y adolescentes) y otra negativa (la obligación de los poderes públicos de decidir cuáles son los saberes que deben adquirir y organizar las instituciones que los imparten).

miércoles, 4 de junio de 2014

INSTITUCIONES LABORALES

Para cerrar estas reflexiones en torno a la sociedad y la socialización, quiero lanzar unas ideas respecto de la forma en la que el hombre procura cubrir las necesidades básicas para su supervivencia: el trabajo; y las instituciones que organiza la sociedad en torno a esa función. El trabajo es una actividad esencial del ser humano, que muy pronto pasará del mero adquirir lo necesario para vivir, a contribuir a la construcción y mejora constante del mundo en el que ha sido colocado.

El instinto de supervivencia innato en el ser humano, produce la necesidad de realizar un esfuerzo por procurar alimento, vestido y adaptación de un lugar para su cobijo. En la medida que se va regulando la familia, se establecen roles para cada uno de sus miembros de forma que se cubran estas necesidades vitales. Cuando se van conformando las sociedades más amplias, la diversificación de funciones es mayor, de forma que surgen las especializaciones en una tarea determinada: campesinos, ganaderos, artesanos, constructores, defensores frente a los enemigos, etc.

Poco a poco, quienes se especializan en determinadas tareas, se van organizando estableciendo instituciones en las que el hombre desarrolla su trabajo. Cada institución constituye por esencia una empresa común, como grupo humano organizado con los objetivos de satisfacer las necesidades individuales y colectivas. Y cuando las sociedades se organizan en grandes núcleos de población, las empresas dedicadas a una misma actividad se agrupan en torno a gremios que posibiliten un mejor aprendizaje y desarrollo de sus tareas.

Pero en la medida en que estas instituciones se desvirtúan y se convierten exclusivamente en un espacio para el lucro personal de quienes las rigen, pierden su dimensión institucional. Quienes así se benefician del trabajo de otros, ya no piensan en un ámbito para cubrir las necesidades personales y sociales, sino exclusivamente para mejorar sus réditos de capital invertido o heredado. Y quienes se someten a esa forma de actuar, se obligan a pensar en el trabajo, no como la esencia de su ser humano, sino como la única manera de obtener un salario que cubra sus necesidades vitales.

Así se ha llegado a configurar el empleo en la sociedad de forma que la mayoría de las personas necesita más un “salario” que un “trabajo”. Y cuando, por las circunstancias que sean, se pierde el salario, ya no se tiene un “trabajo” que realizar. Y uno de los grandes objetivos sociales será buscar fórmulas para que todas las personas puedan tener un “salario”, independientemente de su situación de “trabajo”.


De esta forma se incrementan los problemas humanos de relación, de rivalidad entre grupos, de falta de integración, de conflicto permanente, y como respuesta a esos problemas se inicia una escalada de normas para regular las relaciones entre los miembros de las empresas, fundamentalmente entre empresarios y trabajadores. Simplificando mucho, podemos decir que se establece una relación de equilibrio entre empleador (que busca el lucro mediante la creación de una empresa) y empleado (que busca la satisfacción de sus necesidades vitales mediante el desarrollo de un trabajo).

Para lograr el equilibrio se constituyen, además de la empresa, otras instituciones laborales, quienes cuidan de los intereses de los empleadores (organizaciones empresariales), quienes cuidan de los intereses de los trabajadores (organizaciones sindicales) y quienes median en los posibles conflictos a través de la regulación, de la jurisdicción y de la satisfacción de las necesidades vitales cuando estás no están garantizadas (instituciones laborales públicas).


Últimamente parece que queremos volver a ver el trabajo como una tarea esencial del ser humano, que no sólo proporcione los medios de subsistencia, sino que contribuya a construir la sociedad. Ojalá que cada vez seamos más quienes lo veamos de esa forma…